Por: Maleni M. y Alejandro L.

Una definición de violencia que ayuda a entrar en la meditación de este escrito es la siguiente: “Uso de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o imponer algo”. 

De aquí, vale la pena hacer un listado de los distintos tipos de violencia para así entender las zonas en las que ésta opera. Los tipos de violencia que se viven hoy por hoy son: física, psicología, verbal, visual, laboral, familiar, económica, coerción, de género, hacia los animales, ecológica, de parte de los medios de comunicación.

Al intentar poder hacer un análisis honesto de este tema, surgen algunos inconvenientes técnicos que este artículo intentará enlistar.

El primero de ellos: Información mal usada. Hoy en día uno no puede fiarse de la información publicada por los periódicos locales o nacionales. Cuyo rigor en estudios estadísticos es realmente muy pobre y, además, cada uno de estos, carga con una postura política y agenda detrás de sí que hacen que cueste mucho entender la imparcialidad de las cifras.

El segundo de ellos: Información incompleta. Asumiendo que organismos como el INEGI, puedan considerarse imparciales, se puede abordar un entendimiento aproximado de la situación en la historia reciente. Aproximado porque el INEGI permite entender ciertos parámetros, pero no todos. Por lo que, cualquier conclusión que salga de sus bases de datos se quedará en el terreno de la intuición y la especulación.

Fue esta segunda fuente la que se ha decidido usar para llevar a cabo una meditación actual del tema. Aunque habría sido preferible abordar más datos, lamentablemente solo fue posible trabajar con aquellos que podían compararse directamente en la misma ventana de tiempo (2010 – 2020).

Se decidió comparar la tasa delictiva a nivel Estado contra la tasa de baja estudiantil (desde preescolar hasta nivel superior). La conclusión fue que, a mayor baja de estudiantes, más violencia hay en las calles. La pregunta sería ¿Por qué se da un abandono escolar? Las respuestas, aunque podrían ser diversas se relacionan a la falta de apoyo por parte de la familia, principalmente de los padres sin embargo, no solo en ellos recae la responsabilidad.

Aunque solo fue posible realizar esta comparación, está claro que los demás tipos de violencia también han ido en aumento, es cada vez más evidente el resultado de la falta de compromiso por parte de todos, sin embargo, hace sentido hacer una segmentación.

Se pueden proponer los siguientes grupos: (1) la familia, (2) las empresas, (3) la Iglesia, (4) el gobierno y (5) la sociedad. De cada una se destilan las siguientes responsabilidades y fallos.

Está claro que el amor en toda su expresión ha sido expulsado de la sociedad mexicana: consumidos por el egoísmo, el individualismo, la falta de conciencia hacia y para el otro, buscar el bien o placer sólo del momento sin pensar en las consecuencias para uno mismo, el entorno y la sociedad… son consecuencias de esta decisión.

El principal lugar donde se encuentra este valor tan importante es, como menciona el Papa Francisco en su encíclica Amoris Laetitia:

“La fuerza de la familia «reside esencialmente en su capacidad de amar y enseñar a amar. Por muy herida que pueda estar una familia, esta puede crecer gracias al amor»[41].

Pero no sólo reside ahí, sino en todo el entorno. Está en cada uno de nosotros el crear una sociedad mejor. Esto es posible empezando por formar relaciones interpersonales sólidas que, aunque falle o falte la familia, permitan contar con un ambiente seguro donde reine la confianza, el apoyo, el ánimo, la compresión, la comunicación y el sincero interés por el bien del prójimo.